Análisis y documentos de historia dominicana

lunes, 12 de enero de 2015

Don Juan de Jesús Reyes

La Información, 7 de marzo, 1934.

Valverde, la común floreciente y próspera, que augura un porvenir espléndido, porque lo quiere así la ejemplar laboriosidad de sus hijos que absorbidos en las siembras perennes y ubérrimas de extensos arrozales, tienen en la gramínea sacra puestas sus mejores esperanzas, o en la hoja aromática que abre sus abanicos esmeraldinos en la soledad de las pedreras; Valverde, repito, que dio a la historia patria una de las páginas de heroísmo digna de la consagración en mármol pentélico o de la severa austeridad del bronce épico en la caída gloriosa de aquel visionario del ideal redentorista, general Máximo Cabral, el Cristo de La Barranquita, tiene entre sus muchos tesoros, merecedores de una leyenda, una joya valiosísima, que pasa casi desapercibida para la mayoría de los dominicanos: el poeta don Juan de Js. Reyes, el vate multiforme, el taumaturgo del verso, el más rendido amante de las musas, que en el rincón anónimo de su vida de esteta regala a las almas selectas en el molde cristalino de sus concepciones la miel híblea, el néctar suave, propios para la comunión espiritual de las almas sobre el ara blanca del amor y de la belleza.

Don Juan de Jesús Reyes es poeta porque nació poeta: su alma sensible, como el cordaje de un arpa movida por las manos del viento, abre las alas policromas y canta a la montaña que se empina, al río que suspira, al pájaro que trina, al arroyo que gluglutea sus pesares, a la moza campesina que va a horcajadas sobre el pollino filosófico, al sol que agoniza en su lecho de Procusto, al puente que impone la dureza de su estructura sobre las márgenes susurrantes, al trabajo, a la paz, al amor, al heroísmo, cantos todos rebosantes de un clásico saber literario, que le h captado merecidamente dentro y fuera del país, el justo título del mejor poeta descriptivo de su patria.

La obra literaria del poeta maeño es extensa e intensa a un mismo tiempo. Sus variados libros así lo proclaman. Ha dado al Parnaso Nacional la variada flora de su espíritu, que nos obliga a reconocer en él a un auténtico poeta dominicano, digno de nuestro mejor reconocimiento, merecedor de nuestro saludo entusiasta.


Pero el poeta que nos ocupa necesita de una protección amplia y decidida, que lo saque del triste aislamiento en que vegeta, que lo obliga a vivir indiferente a las manifestaciones sociales. Su vida de artista refinado exige el cuidado oficial de nuestro digno Presidente, a fin de conservar lo que, de desaparecer, podría ser considerada como una irreparable pérdida nacional, toda vez que Juan de Js. Reyes es dentro de la élite intelectual dominicana una gloria positiva e indiscutible, que ha sobrepasado los límites patrios, abrillantando el prestigio de nuestras Bellas Letra.

Alma sensible del Primer Ciudadano de la República, amante decidido de la Belleza en sus diversos aspectos, a él van dirigidas estas líneas sinceras, en la esperanza de que ellas lo habrán de inspirar en el sentido de ofrecer al gran poeta y gran escritor maeño, el tesoro de su mano que habrá de sacarlo de la quedad en que derrocha, a chorro, el oro rubio de su talento privilegiado.

Los poetas son los videntes de todas las épocas; los que saben traducir la elocuencia de las diversa epopeyas en el lenguaje divino de sus versos. Por eso la Grecia los amó y los distinguió tanto.

Y Juan de Jesús Reyes, perdido en el rincón anónimo en que vegeta, es acreedor a que salga a la luz con la clámide al hombro, como Homero, entre en el desfile luminoso de los genios inspirados por Dios, para inmortalizar la epopeya de esta América que se ofrece al Mundo con la arrogancia de una hembra exuberante , de senos duros y caderas amplias, codiciada por la avaricia judaica de los eternos mercaderes impúdicos.

El presidente Trujillo haría una obra de alto relieve intelectual y moral que el país aplaudiría con justicia, ofreciendo su protección al poeta que nos ocupa, quien ennoblece y prestigia con su talento las Bellas Artes de la Patria!

P. M. Germán
Santiago, 3 de marzo, 1934.

1 comentario:

  1. Ayer intelectuales clamaban a todo pulmón por la resurrección en vida del vate nacido, en la Villa de los Crepúsculos del rojo de las Tunas, un 6 de mayo de 1872. Hoy seguimos con esa preocupación, porque no hay una antología importante de sus trabajos publicados, mucho menos de sus obras completas.

    Mao y el país tienen una deuda con este Poeta Nacional.

    Antonio Mateo Reyes.

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