Análisis y documentos de historia dominicana

martes, 13 de enero de 2015

Impresiones de un viaje a Mao

El Diario, 17 de abril, 1920.

Un rebosamiento del espíritu enamorado de un imposible nos impulsó en una hora quimérica de sueños a la villa de ardiente suelo y de los árboles tristes.

La ida fue una locura con sonrisas con el agua bendita de la esperanza.

Rodaba el auto a lo largo de la polvorienta carretera en medio de la calma de una noche oscura, pero para el alma bella.

Después de largas horas de risueña monotonía llegamos a la aldea, donde el motivo de la ida su sueño original dormía.
Todo era silencio, soledad y calma, una especie de nostalgia besando el alma, una tristeza inmensa producía mientras la luna brotando del seno de una nube los entusiasmos del alma revivía.

Fuimos a dormir y la ambición del día nos hizo soñar con los ojos abiertos en las cosas bellas que el futuro prometía al espíritu, que impaciente esperaba el beso largo de algo que fue sueño en la mente que muriendo, en ideales grandiosa se envolvía.

Amanece, sol esplendoroso y ardiente sus rayos lanza como una maldición del cielo en asechanza y cubre con un manto ígneo la bella aldea que encajada en el corazón de monótona llanura, aquella monotonía quebranta las áridas regiones hermosas.

Sus mujeres son bellas, con cultas y en todas se admira la moderación que brinda la inocencia.

Sus calles rectas y amplias y sus casas de madera por exigencias del clima están bien alineadas.

El progreso de cuatro años acá ha sido prodigioso y un núcleo de elementos cultos como Ramón E. Jiménez, José María Jiménez, doctores Alberty y Cambiaso, Juan de Jesús Reyes, Emilio Arté y temporalmente Rafael Estrella Ureña lucha con noble anhelo por mejoramiento cultural del poblado que no en lejano día será una de las comunes más importantes en todas las manifestaciones de la civilización presente.

Lo único que desfavorece notablemente la bella común es su clima, pues está situada en la región más cálida de la República y por lo tanto sus campos son tristes y devastados.

Quizás estableciendo un buen sistema de reguíos como los muy notable del Sr. Bogaert se podría atenuar notablemente la inclemencia de la región.

Pero de todos modos Mao sonríe alejado del mal nacional y todo le deja entrever un lisonjero porvenir de grandes evoluciones.

A ti divina Pilar que lleva en tus ojos la esencia divina de la vida, a ti Gachén que me hace soñar en noches quiméricas de ensueños en las cosas imposibles les dedicamos estas impresiones como una proyección de las que ustedes causaron en nuestras almas.

Viajeros

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