Análisis y documentos de historia dominicana

jueves, 26 de junio de 2014

TRUJILLO DESPOJÓ A LA SOCIEDAD DE REGANTES DEL CONTROL DEL CANAL

Al verse imposibilitados de concluir la construcción del canal y sus obras complementarias, como las compuertas y las obras de desagüe, que provocaron un gran desbordamiento y estancamiento de las aguas, y por consiguiente una plaga de mosquitos en toda la población, el 21 de septiembre de 1935 los integrantes de la Sociedad de Regantes le dirigieron la siguiente carta al presidente Trujillo en la cual le solicitaban su contribución de Trujillo para culminar la misma:

“Algo después de que el Sr. Luis Bogaert (q.e.p.d) construyó su canal de riego e inició sus labores agrícolas, un grupo de hombres de esta, entusiasmados y llenos de optimismo, asesorados por el agrimensor Carlos R. Mejía, formaron una asociación denominada Sociedad de Regantes, C por A, para la construcción de otro canal de riego, llevando a cabo su construcción, bajo los mayores esfuerzos y sacrificios, en cuyo empeño, muchos de ellos se arruinaron y perdieron sus participaciones, vendiéndolas a otros que pudieran continuar, hasta que completando la extensión proyectada y algo más de la mitad de la capacidad de la concesión, dado el ruinoso estado económico que imperaba entonces y la escasez de recursos, y por tanto, la necesidad imperiosa de iniciar cultivos, hubo que hacer un paréntesis a la total capacidad de la obra y dedicarse a experimentos de cultivos que pudieran proporcionar algún resarcimiento que permitiera sumar nuevos recursos para la completa terminación del canal”. (Reproducida por Orlando Inoa, Estado y campesinos al inicio de la Era de Trujillo, Santo Domingo, 1994, pp. 122-123).

En lugar de acudir al auxilio de los agricultores maeños, Trujillo despojó a la Sociedad de Regantes del control del canal y mediante el uso de mano de obra forzada dispuso su ampliación y extensión hasta la comunidad de Gurabo. Con esta acción quedó truncada este loable esfuerzo que hicieron los agricultores y comerciantes de Mao para construir esta vital obra de infraestructura.

Para reclutar a los prestatarios, los guardias se colocaban en la boca de los principales caminos de la población, los despojaban de su cédula de identidad y le ordenaban presentarse a trabajar en la obra. De madrugada los guardias visitaban las viviendas para avisarle de la obligación de integrarse a la construcción del canal provisto de un pico o una pala.

En esa época los guardias estaban investidos de un enorme poder. En una ocasión uno de los perros de mi abuelo paterno, Eleodoro Arturo Colón, que era un humilde jornalero agrícola, le ladró a un guardia y este se enfadó de tal modo que mi abuelo tuvo que marcharse a trabajar en labores agrícolas en Bonao.

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