La Información, 1º de junio, 1940.
Diferentes veces hemos tenido la oportunidad de referirnos a los encantos naturales de la pintoresca villa de Monción, una de nuestras futuras estaciones de verano de mayor porvenir y seguramente uno de los lugares más encantadores y salutíferos de la República.
Entre pinares susurrantes, rodeada de eminencias desde las cuales soplan brisas rejuvenecedoras, Monción ofrece a la vista del viajero un panorama atrayente, encantador, lo que, unido a su clima fresco y seco, hace que aquel sitio compita en lo que a salubridad respecta con las Matas y Jarabacoa.
Esto, sin incurrir en exageraciones de ningún género, puede decirse abiertamente en elogio de la distante villa. Pero Monción tiene aún otros aspectos que considerar en lo que su importancia toca. Aludimos a su porvenir en la vida comercial del país.
En esto Monción va a la zaga, ya que posee una producción de oro que, por hallazgos hechos en varias ocasiones esporádicas, permite asegurar gratas sorpresas en lo futuro, y tiene magníficas perspectivas como centro productor de trementina y otros derivados de las sustancias resinosas del pino.
Ya hay allí un establecimiento destinado a la compra en cualquier escala del oro que se lava en toda la región y existe también una destilería propiedad de un norteamericano radicado en Monción desde hace muchos años.
Y como tampoco la agricultura y la ganadería están descuidadas en Monción, resulta que la importancia de la misma se remonta a un grado que hace pensar con detenimiento en todo lo que pueda contribuir al auge y el progreso de esta localidad.
En este creemos nosotros lo más importante es el camino carretero que une a Monción a Mao, hacia donde fluyen buscando salida sus productos y el cual es la vía forzosa de comunicación para las numerosas personas que ya buscan en su clima la perdida salud.
Este camino, construido no recordamos en qué época, se encuentra en tan malas condiciones que es ya casi imposible el tránsito de automóviles por el mismo, sobre todo en épocas de lluvias. Nosotros hemos hecho esta ruta en tiempo lluvioso y podemos afirmar que es una empresa arriesgada y temerosa, ya que, además de los atascamientos, que se repiten de trecho en trecho, se está expuesto a que el vehículo ruede a alguno de los muchos abismos que rodea el atrevido y peligroso camino.
Y lo peor del caso es que, para llegar a Monción o para salir de ella, es necesario, imprescindible, acometer esta verdadera aventura. De ahí que el número de visitantes, el número comerciantes y compradores de frutos que iba a Monción, vaya disminuyendo conjuntamente con el empeoramiento del camino, haciendo de la importancia y prosperidad esto un colapso completo de la prosperidad adquirida por la pequeña población.
Creemos que ahora es la oportunidad propicia para evitar que esto vaya a suceder precisamente cuando todavía el camino no se ha terminado de construir y cuando todavía por demás tiene remedio.
Haga pues el Departamento de Obras Públicas un esfuerzo en bien de la prosperidad y el futuro de tan prometedora región, y mejórese el tramo Mao-Monción cuanto antes. Haciéndose así, lo que ahora parece va a redundar en el fracaso, derivará favorablemente hacia el adelanto, el bienestar y el incremento de la naciente población.
Todavía en los años 60, era recorrer esa carretera una aventura temeraria. Recordamos el reto de transitar por la famosa subida de "Liguito" en un Jeep Willis de la familia, manejado por tío Estanislao. Era grimoso.
ResponderBorrarIsaías