El Eco del Cibao, 1º de julio, 1905.
Cuán grato me es escribir esta reseña con motivo de la consagración de nuestro Templo Católico, cuyo acto se verificó solemnemente el día ya anunciado con la asistencia de S. S. I. Monseñor Nouel y nueve sacerdotes más, entre los que se encontraban nuestro Vicario Foráneo M. Román, el señor cura de Puerto Plata, los reverendos Juan Alvino, J. Ramón Franco, José E. Collado, Asencio y otros, cuyos nombres no recordamos.
La apertura de tan entusiasta celebración principió del modo siguiente:
El día 23 a las 9 de la mañana llegaron los músicos ofrecidos por el general Desiderio Arias, cuya orquesta dirigida por el genial y apreciado joven Bernardino Maceo Barba, una vez que principió desde la tarde a recorrer nuestras calles, poblando los aires con esas notas dulcísimas que se desprenden.
En medio de tanto regocijo se dispuso dedicar una serenata a S. S. I y se fijo para ella las 7:00 P. M.; reunidos todos los individuos en la casa del señor don Pedro Tió, la concurrencia se dirigió en masa a la morada del digno huésped y una vez allí, agradablemente recibidos, su corresponsal hizo uso de la palabra y brevemente dedicó a nuestra I. S. esa manifestación humilde y espontánea, que el bello sexo, el pueblo y lo militares le ofrecían como homenaje de respeto, admiración y simpatía.
Su S. I contestó con palabras de puro afecto, y al aceptarla dio las gracias a sus iniciadores con especialidad al bello sexo allí presente. La concurrencia fue obsequiada con la acostumbrada cerveza. El vals y las lindísimas danzas, atronaron los aires de tan respetuoso recinto y a las 9:30 P. M se retiraron respetuosamente todos los concurrentes.
Durante la noche no hubo más nada, pues parece que se dispuso un receso para el siguiente día dar rienda suelta y participar de las bellas diversiones preparadas.
La aurora de la mañana del 24 se presentó clara y alegre en el horizonte y a medida que día levantaba notábase la agitación del entusiasmo, indicio de que de nuevo volvía el pueblo a entregarse a toda clase de diversiones y ya unos, que andaban alegres y precipitadamente, ya otros que concurrían a caballo, ya se da la música de los montecristeños recorriendo nuestras calles, ya la parte asistente al memorable Relámpago y la de otras fiestas y así por el estilo se pasó todo el día y durante la noche todo fue holgorio y romerías de una fiesta a otra, hasta aparecer radiante y esplendorosa la memorable mañana del día 25.
Este día de grandes regocijos para el pueblo, de grandes sentimientos y ansioso de ver realizados sus anhelos de cerca de tres años, siguió su curso con el mismo entusiasmo y se dieron principio a los actos de más importancia y alta trascendencia.
Para simular la recepción que se le preparaba a S. S. I., se colocó un hermoso y pintoresco arco en la esquina de don Pedro Tió y un altar provisional frente a la estación telegráfica; salió de la iglesia su S. I acompañado de los demás curas y de una inmensa concurrencia y se dirigió a dicho altar donde ofició y luego a son de música y cohetes pasaron por el arco encaminándose de nuevo a la iglesia, dándose seguido principio a las ceremonias de la consagración que terminó a las once a. m. La música siguió recorriendo nuestras calles y la población parecía estar atacada de delirio in tremens.
El apreciado caballero don José de Js. Rivera que vino a participar de a fiesta en representación del general Desiderio Arias, dio una concurrida serenata al ciudadano jefe comunal, general Milito Hernández, y allí cruzaron palabras de grandes afectos y de la más hermosa halagadora y efectiva armonía.
En la noche de este día se efectuó en el salón de la sociedad Unión Maeña un suntuoso baile que resultó un verdadero Edén, y allí el Dios del amor extendió sus infinitas y misteriosas alas para cubrir de flores a las bellas que distinguieron con orgullo y fueron el encanto de sus entusiasmados admiradores. Allí todo fue derroche de amor, alegrías inefables, parabienes, orden y compostura.
También durante el curso de nuestra memorable fiesta tuvimos retreta, molinete, confirmaciones que enlazaron grandes vínculos de amistad, saraos, paseos y todo lo que el espíritu regocijado quiso experimentar en esos inolvidables días.
Solo una nota triste y desagradable empañó el brillo de una de las concurridas fiestas, El Relámpago, y una lamentable e inexplicable desgracia ocurrida la noche del 24, hizo desaparecer aquel organizado espectáculo que, como complemento amenazador, marcaba con una indescriptible corriente de entusiasmo y de manifestaciones agradables.
De este suceso, sus detalles y pormenores nos ocuparemos en mi próxima.
Queda su affmo, invariable amigo,
El Corresponsal
Mao, 28 de junio, 1905.
Dada la gran religiosidad de esa época, debemos imaginarnos el regocijo existente en los pobladores de ese histórico día por tan especial motivo. Mi abuelo Efraín Reyes,quien a la sazón tenía doce años de edad, me refirió con rostro alegre la grandeza de tan importante acontecimiento histórico . Me dijo que sus hermanos y hermanas junto a su madre, doña Emelinda Reyes Cabral tomaron asientos muy cercanos al altar para escuchar mejor al sacerdote oficiante, de aquellos actos memorables, donde se puso muy en alto la devoción y religiosidad del pueblo de Mao, expresada en ese recordado día de 1905. Sabemos que ese templo sufrió importantes averías en su estructura física, ocasionada por el terremoto de 1946. A decir de muchas personas de aquellos días esa reliquia nunca se debió haber destruida, sino que muy bien pudo repararse. Me gustaría oir la opinión de los que posean información confiable sobre si era posible que se pudiese reparar o reconstruir, para así recuperar tan importante reliquia histórica. Quisiera oir la opinión de los más versados en esa materia. Quizás Rafael Dario me pueda ilustrar sobre ese particular.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes