La Información, 27 de junio, 1935.
La simpática y progresista villa de Mao viene clamando, desde hace mucho, por la restauración de su alumbrado eléctrico, servicio este que es de tanta necesidad en toda comunidad que tenga la importancia urbana como la que disfruta la poética villa de los atardeceres, como la llamó el poeta.
Hace varios años, el Ayuntamiento de Mao adquirió una pequeña planta eléctrica, que antes había funcionado en esta ciudad, cubriendo el defecto del alumbrado actual, cuando este estuvo algunos años sin funcionar. Nos acordamos que Mao celebró la inauguración de su alumbrado con una gran fiesta, mostrando así su regocijo por este jalón de progreso, que todos consideramos que habría de ser cada día aumentado, en vez de disminuido; pero cuando creíamos que en Mao marchaba el servicio de alumbrado en mejores condiciones que cuando comenzó, nos encontramos con la noticia de que aquella población se encuentra en completas tinieblas.
La adquisición de la pequeña planta a que venimos aludiendo, costó sacrificios económicos al Ayuntamiento maeño, y no es razonable que ese servicio, que representa una apreciable inversión, y que además es de vital importancia para toda población, haya sido dejado de la mano hasta el extremo de que haya dejado de funcionar por mal estado de las maquinarias, o por cualquiera otra razón.
Entre todas las comunes de esta provincia, a excepción de la común cabecera, Valverde es la que más está en prosperidad, y su tesorería es la que disfruta de mejores rentas, siendo, por tanto, la que ha estado en mejores condiciones para haber mantenido sin interrupción un servicio que se inició hace años, cuando los alientos progresistas tenían menos auge que en estos momentos.
Mientras el Ayuntamiento de Mao ha dejado languidecer, hasta extinguirse por completo, la manifestación más elocuente de un pueblo, que es la luz, otras comunes del país, no tan prósperas como ella, no hace mucho meses que han inaugurado sus plantas eléctricas, lo que demuestra que lo que ha ocurrido en Mao, no ha sido consecuencia de la crisis económica, sino de un lamentable descuido, que es forzoso enmendar cuanto antes, tomándose el Ayuntamiento maeño todos los empeños necesarios, para, a la mayor brevedad, restaurar su alumbrado.
La máquina del progreso no se puede detener, y todas las comunidades están en el deber de ajustarse al engranaje impulsivo de esa máquina; y, con mayor razón, aquellas que, como Mao, siempre han estado a la vanguardia del adelanto, por contar con hombres siempre prestos, notablemente, a dar sus concursos entusiásticos a toda obra de bien para su pueblo.
Que muy pronto, pues, desaparezcan las tinieblas en Mao, y vuelva a brillar la luz, símbolo de civilización y fuente de seguridad y de progreso.
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