Por el Dr. Antonio Zaglul
Se quejaba un ilustre psiquiatra español del afán de los médicos en diagnosticar las enfermedades que causaron la muerte o que padecieron los ilustres personajes de la historia de cada país.
¿Es realmente una actitud morbosa o una curiosidad altruista, en el más amplio sentido del conocimiento, descubrir el mundo patológico de esas personalidades?
¿Qué médico o estudiante de medicina no se interesa por la vida de Napoleón en Santa Elena, desde el punto de vista de su enfermedad: un posible cáncer en el estómago? ¿Quién no se interesa por los ataques de epilepsia que le sucedían a Julio César en plenos comicios romanos? De ahí el nombre de Enfermedad Comicial. Asimismo, ¿quién no se preocupa por la personalidad sádica de Enrique Octavo, de Inglaterra; por la locura de Doña Juana de España, y hasta por los piojos de Carlos Quinto, que crearon un recorte de pelo casi al rapé y que se considera actualmente como el recorte militar en todas partes del mundo?
No es morbosidad, sino conciencia médica.
Cuando regresé de Europa, ya graduado de psiquiatra y nuevamente releí nuestra historia, Juan Isidro Pérez de la Paz se convirtió en una idea fija en mi conciencia. Había leído la biografía de Don Emilio Rodríguez Demorizi en la biblioteca de la Universidad Autónoma hacía ya muchos años, y a la idea de estudiar la personalidad anormal del llustre Loco, se agregó otra: la de conocer al autor de tan brillante biografía.
Pasaron muchos años y mis trabajos sobre la personalidad psicosocial del dominicano, me hicieron adentrarme nuevamente en el estudio de nuestra historia, y volvieron los deseos, esta vez irreversibles, de estudiar nuestros personajes históricos al través de su personalidad normal o anormal.
¿Cuál era la enfermedad que padecía Juan Isidro? ¿Hizo Juan Pablo Duarte una Depresión Melancólica provocada por la ingratitud de los dominicanos de su época, antes de morir en Venezuela?
¿Era Santana una personalidad psicopática, o un vulgar hatero consciente de su negación nacionalista?
Y así, como una imagen caleidoscópica, pasan por mi mente todos los personajes de nuestra historia, y por el tamiz del Psiquiatra surge una etiqueta, un rótulo: el recurso médico del diagnóstico, que un insigne alemán llevó a la Psiquiatría y la adentró más y más en la medicina; su nombre es Emilio Kraepelin.
y no puedo negar que a cada personaje que re-encuentro la idea diagnóstica. Por eso vivo buscando datos biográficos un Gobernador de la Isla Hispaniola, al parecer muy cristiano, pero a su manera. Por el hecho de enterarse que había biblias protestantes en la parte norte del territorio por él gobernado, hizo las devastaciones de 1605 y 1606.
Osorio era una persona normal, de una crueldad inaudita, pero hizo triste para siempre a un pueblo. La tristeza del dominicano, al decir de Guido Despradel, un gran médico e historiador ido a destiempo, comenzó con Osorio.
El Frey Nicolás de Ovando, Gobernador de Santo Domingo por la gracia de Dios y el omnipotente emperador español, hizo votos de castidad y cuidaba las mujeres de sus soldados para que no les fueran infieles mientras ellos se dedicaban a su deporte favorito: la caza de indios. A su muerte dejó una fortuna inmensa, que en su totalidad se pagó en misas con el fin de conseguirle un pasaje al cielo. Algún día escribiré acerca de los marcados rasgos paranoides de este ilustre hombre.
Ese mundo fantástico de la mente humana se hace más fantástico cuando, redivivos, ponemos frente a nosotros, en el sillón del consultorio, a todos estos personajes. Algunos, psicológicamente anormales, como Pérez de la Paz, dieron todo, en la acepción de la palabra, todo por el amor a este pedazo de tierra que llamamos patria.
El llustre Loco volvió a convertirse en idea fija. A unos pocos metros de la casa de mi madre está el hogar del hombre que me podía aportar los datos necesarios para un diagnóstico retrospectivo de Juan Isidro. Mi familia reside cerca de la Iglesia donde vivió algunos años el ilustre Fray Gabriel de Tellez, conocido en las letras españolas como Tirso de Malina. Don Emilio Rodríguez Demorizi vive también cercano a la Iglesia de Las Mercedes.
El historiador me obsequió la biografía que para el Centenario de la República él publicó, y más que el regalo del libro, personalmente, por teléfono, por esquelas, fui recibiendo datos y más datos acerca de la personalidad normal y anormal de ese gran mártir de nuestra Independencia.
Durante meses he ido forjando un diagnóstico psiquiátrico de Pérez de la Paz; piezas, por piezas de un rompecabezas llamado hombre, y su conducta ante el mundo, así como las respuestas de ese mundo a ese hombre.
El Hábitat de Juan Isidro no era todo lo ideal que cada humano sueña vivir. Si el llustre Loco hubiese llamado jungla a la sociedad en que vivió, yo lo hubiese aceptado como bueno y válido, y no como síntoma de alguna enfermedad mental. Su estar en el mundo fue mas bien un malestar.
Hagamos una síntesis cronológica de la persona.
Juan Isidro Pérez era hijo de un sacerdote católico. Ese origen es de gran importancia para un psiquiatra, no por el hecho del origen en sí sino por la ausencia del padre, que, como es natural, es por la prohibición de una unión pública de los progenitores.
Ese hecho se va a revelar continuamente en la vida del llustre Loco. La búsqueda de su propia identidad, así como el encuentro del padre en la persona de Juan Pablo Duarte con quien tenía algo más que lazos amistosos; era típicamente una relación de padre-hijo que solo separa, no la distancia, sino la propia enfermedad.
Aunque la diferencia de edad no era mucha, a mi modo de ver Juan Isidro veía en el Libertador a la figura paterna que nunca vio. O al menos no le dio calor en la niñez, cuando realmente era más necesaria. Chepita Pérez durante toda la infancia de su hijo adopta los dos roles: padre-madre. Por su unión con un sacerdote no fue una mujer señalada, pues ni Duarte ni ningún otro de los trinitarios de rancia estirpe moralista, hubieran cruzado el umbral de la casa, y en ese hogar fue fundada la sociedad que creó los cimientos de nuestra Independencia.
Una de las preguntas sin respuestas que más bullen en mi mente es: ¿Cómo realmente era Chepita Pérez? Lamentablemente solo nos llega un destello de su conducta, pero un destello muy positivo. Abrió las puertas de su hogar a un grupo de jóvenes revolucionarios, entre ellos, su propio hijo. Como dominicana patriota, no se le podía pedir más. En mi condición de Psiquiatra que estudio la personalidad anormal de su hijo, me hubiese gustado tener más datos de su papel de madre.
En toda la biografía de Juan Isidro notamos un carácter rígido y sumamente agresivo y monotemático: ser libre del yugo haitiano. La libertad de su pueblo es su razón de vivir y, al fin, con sus compañeros, lo logran.
Duarte, Sánchez, Mella, Pérez, Pina... ninguno de los hombres puros de nuestra Independencia disfrutan plenamente del triunfo. Algunos el amargo acíbar del destierro.
Juan Isidro Pérez de la Paz no resiste y enferma de Esquizofrenia.
A mediados del siglo pasado, Morel, un médico belga, acuñó el vocablo Demencia Precoz, después de estudiar el caso de un niño de 14 años, "que era el primero de su clase casi sin estudiar...inconscientemente perdió su alegría y se volvió serio y taciturno con una gran tendencia a la soledad; demostró odio por el padre hasta intentar matarlo, y progresivamente fue olvidando todo lo aprendido, y sus dotes intelectuales entraron en un período estacionario; su inactividad lindaba con la estupidez".
Morel pensó que esta desorganización de la personalidad se debía a variantes de la degeneración intelectual, física y moral.
Desde entonces, han pasado más de cien años y la Demencia Precoz sigue manteniendo una barrera impenetrable de misterio.
Bleuler, un psiquiatra suizo, prefirió llamarla Esquizofrenia, por considerar que se veía también con mucha frecuencia en adultos y viejos y que muchas veces no producía demencia.
Don Emilio usa el término Demencia y Demente con mucha frecuencia refiriéndose a la locura de Juan Isidro. El vocablo por su uso ya se acepta como sinónimo, pero para los psiquiatras, Demencia es un grado más avanzado de la Psicosis, locura, alienación, enajenación etc. con lesiones cerebrales. Por eso muchos autores no consideran que hay realmente una demencia en la esquizofrenia, pues las lesiones del cerebro, cuando las hay, son muy mínimas. A diferencia de la Demencia Sifilítica y la Demencia Senil, que sí presentan lesiones extensas en el cerebro.
Por eso el término usado por Bleuler de Esquizofrenia, (división de la mente) es mucho más utilizado que el de Demencia Precoz.
¿Cuándo comenzó realmente la enfermedad?
Ni en psicología ni en psicopatología hay fronteras delimitadas en tiempo y espacio. La psicología anormal del esquizofrénico puede aparecer en brote, repentinamente, o tener una forma insidiosa, lenta, traicionera; esta última forma fue la que presentó Juan Isidro y podemos dar como fecha de inicio, en una actitud muy arbitraria mía, su primer exilio.
La carta de Curazao de fecha 27 de noviembre del 1843, es una misiva coherente, escrita por una persona mentalmente sana, pero al final insinúa al parecer un síntoma sin importancia: un vulgar dolor de cabeza. "Tengo mucho que escribir y tengo la cabeza caliente".
¿Era la cefalea el primer síntoma de la enfermedad? A este se le agregarían muchos más, como lo son: insomnio, sensación de cataclismo dentro del yo mismo, que es una sensación de que todo desaparecerá, como en efecto sucede al desintegrarse la personalidad. Otros de los síntomas, es una violencia en los cambios religiosos e ideológicos: el sujeto busca la verdad de su existir, presiente lo que vendrá; la destrucción de su propio yo y ese síntoma la genera una angustia psicótica, una angustia existencial, pues la existencia está en juego y en ese juego lleva las de perder.
¿La cabeza caliente". Una golondrina jamás hace verano. ¿Iniciaba también una trama delirante o, en buen español, comenzaba a decir disparates?
Es muy posible, y esa afirmación nuestra se debe a que conocemos su trágico final. ¿Qué pasó después de la carta donde se queja de la cabeza caliente?
Se liberta la República el 27 de Febrero de 1844 y una comisión va en busca de Duarte, Pina y Pérez de la Paz, que esperan en Curacao.
¿Son los acontecimientos posteriores al 27 de Febrero los que van a empeorar el cuadro clínico de la enfermedad mental de Juan Isidro?
¿Si los Duartistas hubiesen logrado el triunfo completo en la lucha por la Independencia de nuestro país, hubiera enfermado el llustre Loco?
Todas estas preguntas no tienen respuestas, y si las tuviesen fueran respuestas de lado o para respuestas, como las dan los mismos enfermos de la mente.
Para quienes aceptan la organicidad de las locuras, la esquizofrenia es una enfermedad tan endógena que los bombardeos alemanes a Inglaterra e ingleses a Alemania durante la última guerra mundial, no alteraron el número de enfermos esquizofrenicos en ambos países; no hubo de más ni de menos.
Para un psiquiatra organicista, triunfando Duarte o no, el proceso mental de Juan Isidro Pérez era inexorable.
Para los psiquiatras que aceptan las teorías psicológicas como la causa de la Esquizofrenia, le darían muchísima importancia a: 1.- Un padre sacerdote. 2.- Que por su condición de sacerdote nunca vivió en el mismo techo. 3.- La necesidad del niño a identificarse con el padre o sustituto. 4.- La vida de pobreza y opresión haitiana en sus primeros años.
(Recordar que Doña Chepita era una declarada revolucionaria y es posible que se conversara en su hogar continuamente acerca de la libertad de nuestro país. Tema que produciría tensión y conflicto en el niño.)
Duarte y su grupo han regresado al país, y por sus medulares honestidades no aceptan politiquería de ninguna clase, ni componendas donde peligre la integridad de la patria.
Si enfocara el problema de Juan Isidro con mente de psicólogo no organicista, consideraría la situación muy dañina para su salud mental.
Entre Santana y sus gentes estaba la jungla. ¿La agresión al hatero de El Seybo fue un acto de anormalidad mental? Realmente fue un acto temerario, pero en todo sentido muy lógico, a diferencia de las agresiones de los locos que en su mayoría son ilógicas.
Al convertirse Juan Isidro en un pirata marítimo y obligar al capitán del Euryale, que lo llevara a Santo Tomás a desviarse a Puerto Plata donde estaba Duarte, también es un acto que entra dentro de la lógica.
Fueron dos actos lógicos pero bordeaban los síntomas mentales.
Se encuentra con el Libertador en Puerto Plata y son conducidos a Santo Domingo, y luego deportados a Alemania. En Hamburgo sí aparece una actitud ilógica, delirante. Un mes de viaje y solo tres días en puerto. Volver, volver, volver; es la idea obsesiva ¿A su tierra? ¿A ver a la madre? ¿A hacer solo la revolución? Definitivamente el proceso esquizofrénico hace su aparición con cortos intervalos de mejoría.
Es un psicótico trashumante. Islas Vírgenes, Curazao y luego Venezuela, cruzan bajo sus plantas. Allí encuentra nuevamente un padre.
En las fiestas de carnaval de Maracaibo presenta una típica reacción esquizofrénica paranoides: cree que las máscaras y diablos cojuelos le van a hacer daño, y entonces marcha hacia Cumaná.
El bondadoso Coronel venezolano Juan José Quintero era el nuevo padre de un libertador dominicano, que se hallaba perdido en el mundo de las tinieblas de su locura.
Le escribe al Maestro, pero no lo visita. La enfermedad comienza a hacer estragos en la mente y apaga sus sentimientos.
Regresa al país, se abre una ventana de luz lo suficientemente corta para saludar a sus familiares, y vuelve a caer en un mutismo.
Es una Esquizofrenia Paranoides camino a la Demencia o seudo-Demencia, como quiera llamársele. Cuando se abría una pequeñita ventana de luz, tal vez iría al Baluarte del Conde a recordar, o miraría con malos ojos a sus enemigos, quienes eran los enemigos de la patria. Por eso volvió a una celda del más infame de los manicomios.
Como no fueron capaces de agredirlo, le pusieron como compañero a otro loco agitado, que le destrozó una mano a mordiscos.
Era la puntilla final para una vida cargada de sufrimientos. Juan Isidro Pérez de la Paz, una de las personas más puras y honestas de nuestra patria, exhibía su locura por las calles intramuros de la vieja e hidalga ciudad de Santo Domingo. Tal vez, los niños, con la impiedad de siempre, quisieron burlarse en alguna ocasión de ese loco que en ocasiones contemplaba con unción de cuerdo la Puerta del Conde. Al amago de la burla, la mano de un padre o de una madre hacía callar al ignorante infante ante la presencia de un hombre que tal vez perdió la razón para que nosotros fuéramos libres.
No fue un loco cualquiera, era un ILUSTRE LOCO.
Juan Isidro Pérez no era hijo de Chepita
Por Ing. Antonio Guerra
Juan Isidro Pérez, uno de los protagonistas de la Sociedad Secreta La Trinitaria, el movimiento que proclamó la Independencia de la República Dominicana, vivió desde su nacimiento y hasta después de su muerte una vida tumultuosa que incluye nacer de padres no conocidos, exilio, demencia, pérdida de una mano y que no se sabe con certeza donde fue sepultado.
La historia dominicana narra que Juan Isidro Pérez era hijo de Josefa Pérez de la Paz (Doña Chepita), pero el acta bautismal del patriota demuestra lo contrario, según lo afirmado por el genealogista e ingeniero Antonio Guerra Sánchez en una charla que expusiera el pasado lunes 18 en el Archivo General de la Nación con motivo del bicentenario de Juan Pablo Duarte.
El documento, copia del mismo fue presentada por Guerra Sánchez, dice que Juan Isidro Pérez era un niño expósito y que era de padres no conocidos, aunque en la misma acta se consigna que quedaría al cuidado de su madrina y de Chepita Pérez.
"Los datos que lo avalan. En fecha 21 de noviembre de 1817 en la Catedral de Santo Domingo, de padres no conocidos, de color blanco, sin indicios de pardo o mulato. Padrinos Juan Cruzado e Isabel Alarcón, la que expuso que ese niño quedaba a su abrigo y crianza con la señora Josefa Pérez se consigna en el acta bautismal de Juan isidro Pérez, el cual se llevó a cabo en la Catedral y aparte inscrito en el Libro de bautismos XXV, folio 256.
Citando a historiadores como Vetilio Alfau Durán y Alcides García Lluberes, por datos recogidos a viva voz de descendientes de Juan Isidro Pérez, el ingeniero Guerra Sánchez afirmó que el padre de Juan Isidro era el cura mercedario José Valentín Morales, de la Capilla de San Andrés colindante con la Iglesia del Carmen, quien además fue padre de Francisco Martínez (hijo de María Rosario-Quiquita Martínez) y de Agustín Morales (el padre del Presidente Carlos Felipe Morales Languasco)". Hoy, 25 de febrero de 2013.
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