jueves, 12 de junio de 2014

DESIDERIO ARIAS Y LA OCUPACIÓN MILITAR DE 1916 - y 2

Por Rafael Darío Herrera

Otro punto que ha llamado la atención de los críticos del general Arias es el relativo a su abandono de la ciudad de Santo Domingo, permitiendo que las tropas yanquis penetraran sin que nadie le hiciera resistencia. Esta actitud afectó la conciencia de los nacionalistas capitalinos y se ha interpretado como un acto de cobardía del caudillo liniero. Existen evidencias de que Arias impartió instrucciones a sus seguidores en el Cibao para que enfrentaran a los ocupantes norteamericanos y es lo que explica el enfrentamiento de los generales desideristas Mauricio y Cesáreo Jiménez, Miguelito Rivas, Apolinar Rey, Carlos Daniel, etc. ¿O acaso actuaron estos generales por su propia determinación?

El 30 de mayo de 1916 el general Arias le envió un telegrama a Calú Ares de Guayubín en el que le expresaba: “Estoy satisfecho de su lealtad y patriotismo. Se trata de la defensa de la independencia de la República y espero que usted en unión de Melitón Sánchez vuelva a ocupar su puesto en Las Trincheras. Organicen lo mejor que puedan con premura el campamento y les hagan toda resistencia posible a los americanos.” (Citado por María F. González en su texto Línea Noroeste: Testimonio del patriotismo olvidado, p, 43).

El 12 de junio de este mismo año el Listín Diario reprodujo una noticia publicada por El Diario de Santiago el 1º de junio, en la que Arias recriminaba al gobernador Rivas de Montecristi por no haber enfrentado a las tropas yanquis en las afueras de la ciudad. “Piense únicamente en la patria, le decía, y en las consecuencias fatales que a ella traerá la ocupación yankee. Ocupe buenas posiciones. Esté siempre a la defensiva.” (Ibíd.)

De manera que el general Arias sí estuvo decidido a enfrentar a los yankee pero al parecer confrontó dificultades para articular un sólido frente. El 7 de julio de 1916 El Porvenir de Puerto Plata recogió unas declaraciones de Arias, reproducidas el 12 de julio por el Listín Diario, en las que éste dirigía graves reproches al general Horacio Vásquez por haber desistido de enfrentar militarmente a las tropas interventoras.

El 25 de julio el Listín Diario reprodujo una carta dirigida por Arias al general Miguel Rivas en la que refería el escaso respaldo que había recibido en su lucha contra las pretensiones despóticas de Federico Velázquez así como “lo infructuoso que sería continuar el sacrifico sin posibilidad de triunfar definitivamente por medio de las armas contra la fuerza superior de una nación extranjera.” (Reproducido por María F. González, p. 45). De hecho, la batalla de la Barranquita del 3 de julio de 1916 es resultado de la orden impartida por Arias al general maeño Carlos Daniel, solo que la contraorden de no enfrentar a las tropas invasores llegó cuando el combate estaba en curso.

En un artículo publicado en el Listín Diario el 2 de octubre de 1916, Américo Lugo, uno de los mayores opositores a la intervención, expresó que hubiera sido descabellado “organizar una resistencia contra los invasores y declarar la guerra contra los Estados Unidos.” Idéntico parecer también sustentaban los más importantes líderes de las organizaciones políticas de la época.

Algunos historiadores han planteado el supuesto de que Arias debió “morirse por la patria” y alcanzar de este modo la gloria nacional, pero la historia no se hace sobre la base de suposiciones. Pero sobre todo, y ya lo ha dicho uno de los maestros de la historiografía, Lucien Febvre (Combates por la historia,1992), el historiador no tiene como tarea juzgar, pues no es un juez, ni siquiera un juez de instrucción; la función del historiador es comprender y hacer comprender. Para comprender a los seres humanos de otra época se precisa “recomponer” su mentalidad, ponerse en su cabeza, en su piel, en su cerebro para entender lo que fueron, lo que quisieron.

Por consiguiente, no es lógico ponderar un personaje como Arias, o cualquier otro, con expresiones despectivas como que se “apichornó,” “amilanó,” “agallinó,” “apalastró,” “acoñó,”, etc., porque la historia es esencialmente un oficio intelectivo, y sobre todo, comprensivo. La savia de la historia es la interpretación de los procesos históricos no la emisión de juicios de valores.

2 comentarios:

  1. Todo aquel que este dispuesto a defender su patria es un héroe.
    Janio Pérez Estévez

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  2. Siempre, en la historia de los pueblos, están los que se van al campo de balalla y los que más luego las narran. Es por esa razón que conocemos esos gloriosos acontecimientos que fueron pilares en la construcción de la sociedad que hoy nos ha tocado vivir. Por esos motivos recomiendo a Rafael Dario y a todos los que sienten vocación por tan interesante cienciala, seguir en esa importante y fascinante labor.

    Dr. Antonio Mateo Reyes.

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