Por Vetilio Alfau Durán
Listín Diario, 14 de junio, 1931.
Un estimado amigo anuncia desde Santiago de los Caballeros, que Juan de Js. Reyes, el noble bardo maeño, gestiona la edición de un nuevo libro suyo, o lo que es lo mismo: obtener un nuevo triunfo en el difícil campo del arte.
Reyes ha publicado hasta ahora cinco tomos de poesía que son cinco diamantes que adornan gallardamente, su corona de poeta.
Hélos aquí:
De tierras cálidas (1922). Bella colección de poemas. Su magistral “Acción de la Barranquita”, en que canta con sublime entonación la gesta de aquel noble y heroico puñado de patriotas que en rasgo singular ofrendó su vida en aras de la Independencia. Este poema épico es una de las producciones más brillantes de la lira antillana y ocupa señero las primeras páginas del libro. Hay otros poemas, tales como “A la libertad”, “Mi bandera”, “Perversión musical” y “Cayo Báez”, que honrarían la más selecta antología nacional.
Canto a la Fe y Canto salvaje (1924). En estos dos cantos como en toda la producción de Reyes, se palpa la vigorosa inspiración de su numen; no hay aquí un solo verso que haga decaer el entusiasmo del lector.
Canto a Moca (1925). Es, dice el gran Moreno Jimenes, una corona del más puro roble sobre el frontispicio de aquella ciudad, legendaria por el valor de los hombres y la belleza de sus mujeres.
Romance de la Ocupación (1928). Doliente y armoniosa endecha escapada de un romántico laud. Está dedicado a la venerable Virgen higüeyana.
Vuelo de mariposas (1929). Este libro, de alguna manera más que los otros, traduce con asombrosa fidelidad el sentimiento sublime del alma del poeta.
La poesía de Juan de Js. Reyes, propone símiles novísimos e imágenes deslumbradoras, pero sin apartarse jamás de la armonía que el buen gusto pauta. El soplo animador, exultan, que late en sus estrofas es prueba de que Reyes atesora un rico numen poético.
La obra literaria de Reyes, es brillante, y en nuestro medio fecunda y digna de admiración.
Reyes, como maestro de escuela, ha ejercido durante treinticinco años, un noble apostolado en el pueblo que le vio nacer; es el maestro de la juventud maeña. En 1928, con motivo de su cumpleaños, la noble villa de Mao le rindió entusiasta y cariñoso homenaje por medio de fiestas públicas y el Honorable Cabildo Municipal le otorgó una significativa medalla como premio a sus altos méritos. En tal día, el noble bardo recibió la sincera y cálida adhesión de numerosos intelectuales del país.
Venga en buena hora el nuevo libro del inspirado poeta que con tanto entusiasmo y colorido ha sabido cantar las bellezas de su lar nativo.
Nota de RDH: Este artículo está incluido en el texto Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario, Escritos (II), Santo Domingo, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, 1994, pp. 302-303. (Edición de Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón)
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