Por Pedro Virella Álvarez
La Información, 18 de junio, 1934.
Mao, al amparo del progreso y bienestar que ofrece el gobierno del honorable presidente Trujillo, pone de relieve una nota alta en los anales de una prosperidad económica bien perfilada y definida.
El Sr. Luis L. Bogaert, hombre de reconocida capacidad de ingeniería y de gran afición a la agricultura y a las empresas de importancia, hace más de quince años que con tesonera consistencia dio iniciación a las hermosas realidades que tenemos hoy, del gran servicio de irrigación en el norte de esta República.
Mao puede decir con orgullo que en este momento es poseedora de las más importante hacienda, en plantaciones y producción de arroz, de calidad superior, en las Antillas.
La Hacienda Bogaert, que en esta semana ha dado principio a la parte industrial de este año, con todo éxito está produciendo más de 200 quintales de arroz cada doce hora, artículo de calidad muy superior al que se producía en años anteriores, para lo cual ha perfeccionado notablemente sus establecimientos y maquinarias.
El Sr. Bogaert, secundado eficazmente por sus meritísimos hijos don Alberto y don Eduardo ha levantado un extenso campo de cultivo de arroz, que, contemplado por expertos agrónomos, como el Sr. Viana, han exclamado con toda espontaneidad, que las hermosuras y exuberancias que ofrecen estas plantaciones nada tienen que envidiar a las mejores de Valencia y otros países, donde se ha la plantación de esta gramínea con toda cientificación.
Cuando el Sr. Bogaert intrépidamente afrontó las iniciaciones de su principal canal de irrigación, Mao, en la agricultura era un erial inculto, donde solo tenía principal dedicación la ganadería y crianza en general; las batatas, los plátanos y principales víveres había que importarlos de otras regiones a grandes costos.
Los recursos económicos que dicho señor con su profesión de ingeniero, ejercida con éxitos en otras partes del país, le dieron la adquisición de varias propiedades urbanas en los sitios céntricos de la ciudad de Santiago y una hermosa propiedad cafetera en Macagua, fueron una a una realizadas y agotadas todos sus valores en la intrépida obra de Mao. Hubo un momento en que la tristeza y el dolor pusieron un enorme paréntesis en el espíritu y fortaleza de este hombre formidable; todos sus recursos se habían agotado y las complacencias de un amigo, que paso a paso se arriesgó a secundarlo, también llegaron a su fin y hubo otro momento de paralización consternación: no había camino a seguir, ni instituciones bancarias, ni financieras dispuestas.
Todo estaba cerrado, nada se vislumbraba en ese horizonte tétrico; cuando en gestiones de uno y otro lado, la visión de otro amigo señaló las probabilidades de unas puertas a tocar, estas fueron las del incansable luchador y hombre de acción muy probada, Sr. Baduí Dumit, quien en los peores tiempos ha mantenido siempre en auge su originaria casa comercial y ha dotado a la ciudad de Santiago de espléndidos y hermosos edificios de amplias, cómodas y modernas residencias y depósitos comerciales que hacen honor al ornato de Santiago.
El Sr. Baduí se hizo cargo del riesgo en que había incurrido el amigo anterior y prometió seguir secundando la empresa hasta que un estado de enfermedad aguda le privó su atención, recayendo en manos de su hijo, el intrépido joven de negocios, acción y gran acometividad, Sr. Jacinto Dumit, quien no solo se puso abiertamente y con toda amplitud al secundar con valentía y arrojo al Sr. Bogaert, sino que entusiasmado con la acción tesonera y consistente de Bogaert, sus mencionados hijos y otros familiares, ha cooperado en gran medida al éxito general que tiene y va teniendo la firma Bogaert e hijos con su gran hacienda, quien con la recomendación de estos señores, expertos en la materia y conocedores del medio, hace ya un par de años que viene prestando su concurso económico a varias personas de aquí y otras regiones que también se han dedicado al cultivo de arroz como el Sr.Ismael Reyes y otros, teniendo ya una importante suma dedicada a estas labores, cuyos negocios caminan con todo éxito.
Menciono al principio el amparo, progreso y bienestar que ofrece el gobierno del presidente Trujillo porque este extraordinario hombre de Estado con las diversas disposiciones y leyes que ha promulgado en protección de la agricultura, industria y negocios en general ha demostrado que tiene perfecto concepto de que toda obra agrícola e industrial tiene en su iniciación grandes inversiones en desmontes, limpieza y preparación adecuada de las tierras, empalizadas, servicios de irrigación, viviendas, locales apropiados para almacenajes y distintas manipulaciones, implementos de variadas clases, maquinarias, etc., de tal naturaleza que muy próspera y remunerativa que sea cualquier empresa, ha de tardar siempre varios años en que se obtenga el resarcimiento de los valores que se invirtieron en las bases constructivas del negocio.
Así como también de la protección tarifaria que es menester para evitar la competencia ventajosa de productos similares extranjeros que marchan de muchos años con toda regularidad, como lo ha hecho hace poco con el arroz y así las vías de comunicación, como ha demostrado su actividad y empeño que no se hiciera espera la amplia y magnífica carretera que hoy disfrutamos y la creación del primer puente colgante que con orgullo para los mañeros ostenta su glorioso nombre.
Solo se puede echar de menos, aún para las necesidades agrícolas e industriales y negocios en general del país, la falta de recursos económicos para la iniciación de empresas y negocios porque no el mundo, ni en todas partes, puede conseguirse una firma como los señores Baduí M. Dumit, C por A., con su gerente al frente como el Dr. Jacinto Dumit que se disponga a cooperar, invertir valores de tanta cuantía y correr el riesgo natural que esto significa.
Pero tenemos informes que hace algún tiempo el honorable presidente Trujillo viene dando formas a la idea del establecimiento de una institución bancaria o arreglos con alguna de las que están establecidas en el país, y seguramente esto no se hará esperar, puesto que, los recurso sobrantes del todos los capitalistas del país, los valores de manipulación y presupuestos del Gobierno, los valores en circulación y depósitos del comercio y particulares, y si se consigue, que muy bien puede gestionarse, que los intereses que corresponden a la deuda pública en su totalidad, o la mayor parte, en vez de salir al exterior mensualmente, formen núcleo para el objeto indicado, podrían obtener mejor retribución sus partícipes, mayor solidez económica en el respaldo de dicha deuda, se haría una cooperación muy eficaz al auge agrícola e industrial y al estado económico en general de la República.
La iniciación de ese proyecto en arreglos adecuado con una de las instituciones extranjeras más fuertes, sólidas y organizadas, ya establecidas en el país, aunque sea por algunos años, sería práctico puesto que se evitarían los gastos de iniciación y tanteos que siempre se originan y con un departamento especial y personal adecuado versado en esas cuestiones se tendría las seguridades y garantías que es menester y con los propios recursos de la institución y su prestigio en operaciones financieras se podría obtener un más rápido éxito.
La Hacienda Bogaert, el concurso de Dumit, el esfuerzo de los regantes y la intensa labor agrícola que están desarrollando con entusiasmo todos los maeños en general con sus extensos cultivos de tabaco y arroz, es un exponente muy gráfico y auténtico de lo que significa la gran obra constructiva que está desarrollando el honorable presidente Trujillo, y así me explico yo, en mi condición de extranjero, como el 16 de mayo, espontáneamente se apiñaba el electorado de Mao frente a los comicios electorales en lucha y empeño por poder blasonar, cada cual, de ser el primero en ejercer su voto por la reelección. Suceso que considero de mucha originalidad puesto que se llenaron todos los requisito legales de las más altas democracias modernas y este electorado concurrió enteramente espontáneo le no de contento y alegría, no a elegir, sino a reelegir un jefe de Estado.
Valverde, Mao, 22 de mayo, 1934.
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